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Prevención de los ACV



En la actualidad, los Accidentes Cerebro-Vasculares se están convirtiendo en un flagelo que tiene que ser enfrentado con lucidez por la población, y con el acompañamiento de estrategias adecuadas por parte de las autoridades.

Según especialistas, el ACV es una afección causada por la pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquémico) o por el sangrado (hemorrágico) dentro de la cabeza, y cualquiera de las dos situaciones puede provocar que las neuronas se debiliten o mueran, ya que sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. Las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas se paralizan y los efectos de un ACV suelen ser permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar.

En la Argentina se produce un accidente cerebro-vascular cada nueve minutos, 126 mil al año, de los cuales 18 mil terminan en muerte. Algo similar sucede en el resto del mundo. A su vez, una de cada seis mujeres después de los 60 años puede tener riesgo de ACV y eso supera a los hombres, ya que las mujeres tienen una expectativa de vida superior a la de los hombres, con lo cual presentan un riesgo acumulado.

El sobrepeso o la obesidad, el sedentarismo, la alta presión arterial (hipertensión), la glucosa elevada en sangre (diabetes), los altos niveles del colesterol denominado “malo”, las apneas del sueño, las arritmias cardíacas, el tabaquismo, las drogas ilícitas y el estrés crónico, son factores de riesgo que favorecen el padecimiento de un ACV. En particular, la alta ingesta de sal se asocia significativamente con un mayor riesgo de padecer un Accidente de este tipo.

Por otro lado, según la Federación Argentina de Cardiología (FAC), el sobrepeso, la hipertensión, el tabaquismo, el sedentarismo o las arritmias cardíacas coinciden con las comorbilidades que complican un cuadro de coronavirus o que pueden derivar en esa enfermedad.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud recomienda no consumir más de cinco gramos diarios de sal; y en la Argentina, en los últimos años se llegó a casi 12 gramos diarios por habitante, por lo que se vuelve primordial no sólo la moderación de cada consumidor a la hora de condimentar las comidas, sino también el compromiso de la industria de alimentos para reducir el sodio en los productos procesados.

Los síntomas más habituales de un ACV son: adormecimiento o parálisis en una pierna o un brazo, dificultad para el habla, problemas en la visión y dolor de cabeza súbito. Si estas situaciones son tratadas a tiempo, es posible impedir que el mal se haga presente en el organismo. Así, es recomendable que cada formoseño y formoseña revise su estilo de vida y compruebe si se está al borde de padecer alguna de las señales que indican la proximidad de un ataque de este tipo, para cambiar algunas conductas diarias. Los actos de cada día pueden mejorar la existencia o conducirla hacia un camino sin salida.

Por lo expuesto, los ataques cerebro-vasculares constituyen un fenómeno que se va a extender si la ciudadanía en su conjunto no otorga prioridad a la preservación de la vida por sobre el sostenimiento de prácticas que a diario ponen en peligro el bienestar propio.



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